Me tienes entre la espada y un beso.

Sus palabras son como un maremoto que sacude el alma de cualquier mortal.

jueves, 5 de julio de 2012

El águila.


Alondra del mar, rozando mi pecho en aguas púrpuras…
Un día me descubrí en un espejo del viento y lo supe. Por siglos creyéndome indefensa cuando mi voz se hacía eco en las habitaciones de su ánima; pero mi pico de águila no mentía, ni mis garras queriendo acariciar las presas que mortificaba.
Extendía mis alas y cortaba el cielo de grises arco iris. No había espacio a donde no me llevaran aquellos ojos sembrados de infinito. Mas el viento pasaba, traspasaba y transcurría por mis sueños de plumaje sin tiempo. 
Y en esos huecos de silencio yo caía estrepitosa a las aguas imantadas de un mar hambriento. Entonces se levantaba sobre mí y me abrazaba entre sus olas efervescentes y sus corrientes azules, rojas, sangre. Mis garras se volvían dedos dentro de su lengua, amaba extraviarme en sus profundidades que siempre salían airosas. Comprendí que sus labios comenzaban dentro de los míos hasta besar el horizonte.
El me tragaba con su boca y a veces me devolvía mojada y temblorosa, despojada sobre la arena...Y yo abría mis ojos azorada para alcanzar mis sueños de plumas, ahora hechos todo agua.



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