Quédate en la hora
en la que no me vaya,
en los brazos de un tiempo
que no esté hecho de trizas.
Desnudos en el eco
de una piel que nos haga
y un amor que nos cure
desde el fondo a la orilla.
Quédate entre mis ojos.
Sé un andén sin misterio,
un cielo que no arda
en la llaga de mi vida.
En estos labios tibios
humedad del silencio,
un puente en que circule
la sangre y no la herida.

Muy bella poesía, amiga Daniela. Cariños.
ResponderEliminarGracias Orlando, recién aprendo a contestar. Abrazo.
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