Uno dice, dice y dice
y parece que nunca alcanza a decir .
Y así la vida
quedándose quieta entre los bolsillos de mi alma,
guardándose a la espera del aire,
de la ventana
que me deje circulando en el afuera de tu cuerpo.
Quebrándote las manos pero a besos,
succionándonos la ausencia adherida
a la piel que nos hace falta.
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