El congelamiento global comenzó por mis manos,
inútiles manos, renegadas de caricias.
Boca trampa hecha de inviernos solos
que no buscan a nadie,
que engañan con los ojos tras sonrisas.
La luz
escalofrío entre mis senos
y tú, mi cuerpo húmedo,
el único fuego posible
a lo lejos temblando
de todo este frío que soy.
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