De mil averías
de noches y días,
este corazón ninfómano
se ha posado en tu balcón.
Bebió tu silencio
y no quedó ileso.
Se destiñó de ganas
de fiebre y de dolor.
Y está tan blando que
no hace falta morder
para volverlo agua entre tus dedos.
y está tan blando que
no deja de llover.
Padezco esta canción hasta los huesos.
Tú que no tienes prisa
llegas a la hoguera de mi pecho
a deshollinar mis heridas.
Tú que no traes cuidado
llegas a encenderme la pasión
como un soldado.
Tú que vives sin prisa
llegas a la urgencia de mi puerto
a encallar en sus orillas.
Tú que no traes remedio
llegas a enfermarme de este amor
verso por verso.
Verso por verso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario