Comienzas por un dedo y no sé dónde terminas.
Escalas por mis días, me comprimes el pecho; yo me quedo sola rondando en la melancolía, dando tumbos con las piernas de mi deseo.
No espero para decirte que te amo. Lo escribo en las paredes, en los surcos de mis manos o me atravieso voraz con tu nombre cuando menos me imaginas.
No necesito aplausos para seguirte; mi sombra rastrera te busca , huele tus pasos...
Y tú que no me dejas ni tocarte, te peinas el cabello y fumas un cigarro pegadito a mis labios. Ay! Siempre en mi ceguera yo..
te mordería hasta el aire.
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