soltarse en tus manos,
hacerse húmedos
y extenderse como un río,
en tu boca
de océano salvaje,
en tus ojos
incendios repentinos.
En mis muslos
abrigarse tus besos,
en mis besos
perderse tus gemidos.
Herida de la carne
que ha nacido
en el pubis ardiente
de la noche,
en el vértice doliente
en que morimos.
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