Ya no soy la perdida
en el bosque encontrado,
ni las hebras de fuego
anidando tus manos,
ni la sombra en la noche,
ni la luna, ni el pájaro,
ni el destino en la jaula
de mi nombre callado;
ni el perfume mordido,
ni el deseo sangrado,
ni la arista doliente
de mis ojos errados,
ni la orilla, ni el fondo,
todo se ha despoblado.
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